sábado, 13 de agosto de 2016

Escalofrío

Belcebú, el mal, tu mayor miedo, tu peor pesadilla andaba suelto esa noche.  Debido a que alguien no cerró bien ella puerta, se coló en tu portal. Perdido y desorientado, poco a poco subía tu escalera.

Aquella noche te acostaste temprano, te lavaste los dientes con el cepillo eléctrico y eso te impidió oír el arrastrar de cadenas.

Se paró en el descansillo de tu casa, justo cuando tu te encontrabas al otro lado de la entrada. Belcebú, tu miedo, te huele y olfatea, sabe que estás ahí, lo sientes y si ve un hueco para entrar ten por seguro que siempre lo intenta. 

Ya en tu cama y con tu terror continuando ya su marcha por la escalera, decides levantarte y comprobar que la casa está bien cerrada.

Y es en ese momento en el que giras la manilla cuando compruebas asustada que la llave no está echada y sin querer abres unos escasos dos milímetros la puerta de la entrada. Justo entonces oyes su respiración y sin dudarlo, el miedo, se cuela en forma de escalofrío arrastrándose por tu espalda. 

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