lunes, 28 de noviembre de 2016

Migración a Wordpress

Por varios motivos (entre ellos la desaparición de la app para IOS de Blogger) he migrado el contenido a Wordpress >>> https://vocesarayas.wordpress.com

Y por un sabio consejo he comenzado en Medium, que os recomiendo encarecidamente, me está encantando >  https://medium.com/@MissVandeBrug

Espero veros por allí!

Resultado de imagen de blogger vs wordpress medium

lunes, 10 de octubre de 2016

Levantarse

Instrucciones para los caídos. 
Porque ahí, moflete en adoquín, 
también he estado yo 
más veces de las que hubiera deseado. 



Depende mucho de la manera en la que se encuentre nuestro cuerpo tendido en el suelo en el momento en el que seamos conscientes de que nos hemos caído, o bien en el que seamos conscientes de que nos tenemos que levantar.

Yo siempre me caigo de frente y, por lo general viéndolo venir, por lo que mi postura suele ser rodillas y manos en el suelo. En ocasiones la cara y casi siempre, para que engañarnos,  el pecho finaliza tocando tierra también.

Una vez en las bajuras, fruto de la vergüenza y la conmoción, tiendo a rodar sobre mi hombro derecho y a finalizar adoptando la postura fetal con el fin de tranquilizarme, protegerme de otros golpes y tratar de desaparecer (esto último nunca lo he conseguido). Por eso comenzaré este tutorial partiendo de esta pose de “gurruño" lateral en la que todos tarde o temprano nos hemos llegado a encontrar.

En primer lugar hay que relajar los párpados, abrir los ojos y cerciorarse de si tenemos o no a alguien alrededor. En el caso de que no haya nadie podemos seguir estas instrucciones al pie de la letra. Si por el contrario algún individuo o individuos estuviera atento a nuestra maniobra el proceso sería similar, únicamente habría que realizar los pasos más rápidos, más ágiles, sonriendo siempre y gritando bien alto “ no me caí + (incluir la excusa pertinente)”.

Comenzamos pues desde nuestra postura de caída máxima, hundidos y humillados. Con nuestro orgullo magullado tras soportar todo el peso de nuestro cuerpo. El primer paso es relajarse, para ello recuperaremos el ritmo habitual de la respiración, cadencioso, lento, firme. Yo pienso en piscinas, mis próximas vacaciones o en una venganza dulce y fría. De este modo y poco a poco los músculos se irán aflojando, la sangre correrá tranquila por nuestro cuerpo, volverá el calor, cesarán los sudores fríos. 

A quien tenga algo/alguien a mano, este es el momento idóneo de usarlo. Apoyarse es esencial, en un recuerdo, un sueño, una ventana, el duro suelo, un hombro o una frase. Eso nos ayudará a conseguir una postura más noble, menos deshonrosa y más cómoda desde la que seguir avanzando. 

En el momento en el que estemos con una rodilla en el suelo y la otra en postura de petición de mano, ya tendremos el amor propio suficiente como para apoyarnos en nosotros mismos. Si uno está aquí acompañado o tiene observantes cerca, esta es la situación idónea para soltar algún chiste o pretender que te estás atando el zapato. De otro modo las muecas de dolor y derrumbes están más que aceptadas. A continuación la mano correspondiente deberá hacer fuerza en la rodilla elevada impulsando el resto del cuerpo a tomar altura. 

Una vez en posición vertical habrá que recuperar el equilibrio, limpiarse las manchas, mirar con que se ha tropezado y procurar que no vuelva a pasar. 


Sacudirse los insultos, las malas caras, quitarse ese puñal de la espalda, recoger las piezas, soplar los restos, borrar números de la agenda.

También es el momento idóneo para desahogarse criticando al sujeto que ha propiciado la caída. Tened en cuenta que esta frase “cagarse en la perra” es temporal, una vez desahogados los males hay que tomar acción: dialogar y pasar página. Si no, además del cuerpo magullado, tendréis dolor intestinal de la mala hostia acumulada y eso nunca es bueno, por alguna razón niebla el juicio y acabamos otra vez donde habíamos empezado: lamiendo asfalto. 

Enhorabuena! Solo os queda reemprender la marcha, mirando hacia adelante, con el trote cochinero que os aleje del lugar/la circunstancia donde os la habéis pegado.



Nota al pie. Por experiencia propia, tanto con ayuda como sin ella, uno logra incorporarse. Tarde o temprano las piernas vuelven a estirarse y, por una extraña razón, todos nos largamos de la escena muy altivos, orgullosos y caminando.

domingo, 25 de septiembre de 2016

But not the present

Por más que peleemos y para lo que peleamos



Deseandito estoy de que llegue la hora en que la igualdad sea un hecho y no una lucha. 

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Cuestión de lugar

Cuando te enseñan a caminar te dicen que pongas un pie delante de otro, te animan y te aplauden cuando lo haces bien. Lo mejoras, lo practicas. Te enseñan a sentarte como una señorita: piernas cruzadas, nada de espatarrarse cuando llevas faldas. Te aplauden, lo practicas.
Comes con los cubiertos, masticas con la boca cerrada, levantas la mano antes de preguntar, cuentas tres antes de contestar una grosería, procuras no ofender. Te aplauden, practicas, creces y eres así y está bien. Todos contentos, tus padres, tú, ellos. 

Pero algo ocurre y de la noche a la mañana tu barrio, no es más tu barrio. El cielo es blanco y está más bajo, ¿Qué le ha ocurrido a la bonita capota azul que hasta hace nada cubría mi cabeza, mis pensamientos y mis sueños? ¿De dónde salió esta capa de algodón que tapa a las estrelas que me marcaban mi ruta?. Esa que yo seguía a pies juntillas.

Bajo la capa almidonada la gente camina de lado, abre la boca al masticar, no usan cubiertos, no piensan antes de hablar, atacan a discrección y abren tanto las piernas al sentarse que en el metro, en lugar de un asiento, ocupan dos. Les aplauden. Ahora son así. Ser así está bien. Lo demás ya no. 


Y ¿qué pasa ahora conmigo? A mi han dejado de aplaudirme. Me dicen que está bien, les agrada tener a alguien que ocupe menos sitio, que no muestre el bolo alimenticio mientras mastica su tostada, que respete el turno al hablar. Pero no lo aplauden, porque en el mundo del techo blanco y suelos empedrados eso no se enseña. No está bien. No debería ser así. Eres débil, no molas. Se acabó. 

Me pregunto, como sería yo, si no me hubieran moldeado. Como sería yo libre, sola y sin guión. ¿Cómo seríamos todos? y sobre todo: ¿qué es entonces lo que está bien?

sábado, 13 de agosto de 2016

Escalofrío

Belcebú, el mal, tu mayor miedo, tu peor pesadilla andaba suelto esa noche.  Debido a que alguien no cerró bien ella puerta, se coló en tu portal. Perdido y desorientado, poco a poco subía tu escalera.

Aquella noche te acostaste temprano, te lavaste los dientes con el cepillo eléctrico y eso te impidió oír el arrastrar de cadenas.

Se paró en el descansillo de tu casa, justo cuando tu te encontrabas al otro lado de la entrada. Belcebú, tu miedo, te huele y olfatea, sabe que estás ahí, lo sientes y si ve un hueco para entrar ten por seguro que siempre lo intenta. 

Ya en tu cama y con tu terror continuando ya su marcha por la escalera, decides levantarte y comprobar que la casa está bien cerrada.

Y es en ese momento en el que giras la manilla cuando compruebas asustada que la llave no está echada y sin querer abres unos escasos dos milímetros la puerta de la entrada. Justo entonces oyes su respiración y sin dudarlo, el miedo, se cuela en forma de escalofrío arrastrándose por tu espalda. 

domingo, 12 de junio de 2016

Poesía de Domingos

Abro la ventana y, mientras tanto,
de tu boca se cae un verso. 
Me recitas en el hombro, 
en la nuca 
y en el hueco entre mi pómulo y el tabique de mi nariz.

Tu amor se siente como la tinta de los poetas, 

va y viene, como tu inspiración, 
viene y va, como tus musas. 

Te veo salir del cuarto a preparar el desayuno a tus hijos,

te veo y te siento feliz, felices, 
porque esta vez compones en mi casa,
reescribiendo nuestra historia, volviéndola a crear. 

Y es justo en el momento en el que recogemos los platos

de una mesa llena de migas y dinosaurios de goma, 
cuando noto que pierdes la rima, 
que la aliteración se te empieza a hacer pesada, 
que el siguiente encabalgamiento lo empezarás de nuevo
en una página nueva y que yo me veré, otra vez esperando 
volver a ser tu Norte.

Mordiéndome los celos porque sé que que las palabras 

las pondrá otra en tu boca. 
Aún así esperaré paciente, 
con el lado de tu cama hecho, 
para volver a tenerte y que dibujes primaveras
con tu tinta sobre mi espalda. 

Ya que sé que no es fácil

mantener siempre el ritmo
cuando se tararea entre dos.