Te veo frente a mí, mientras te observo sé que tu no puedes verme. Me intuyes, me palpas, lo sé, siempre ha sido así. Han llegado los meses de la verdad y no sabemos comportarnos, jugamos a un juego que no entendemos y del cual no queremos escuchar sus reglas. ¡Que más dan! En el fondo pensamos que, las sigamos o no, siempre va a acabar igual. Por lo tanto saltamos por las casillas siguiendo pulsiones e instintos, sin pensar, de frente.
No sabemos, no queremos, no podemos tomar una decisión, tampoco serviría de mucho, cambiaríamos de opinión cada dos meses. Por eso jugamos este juego, tiramos los dados, apretando los ojos, mordiendo fuerte con los dientes, deseando que salgan tres seises seguidos y nos manden para casa, o finalmente ganar la partida y dejar de mover.
Fijo que dedicaríamos entonces todo el tiempo a hablar y a contarnos que nos ha pasado mientras inventábamos jugadas. Eso estaría bien.
24-02-07
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